La crisis sanitaria, social y económica provocada por la Covid-19 ha impactado duramente en el día a día de las entidades del tercer sector. Todas estamos sufriendo los efectos, pero sobre todo las asociaciones más pequeñas y menos profesionalizadas son las que más les está perjudicando. Ante un golpe tan imprevisible y con consecuencias que parece que perdurarán en el tiempo, el tercer sector debe adaptarse a los cambios para poder sobrevivir. En Gestión Tercer Sector trabajamos diariamente con todo tipo de entidades (asociaciones, fundaciones, cooperativas…) y hemos detectado algunas oportunidades o retos que debemos encarar con urgencia desde el tercer sector.
1. Tener más incidencia política y social
El tercer sector debería tener un rol más activo y visible en el diseño de las políticas públicas. Durante los primeros meses de pandemia no estábamos en la agenda, a pesar de estar llevando a cabo tareas esenciales para colectivos vulnerables y para la sociedad en general. Debemos dar más valor a nuestro trabajo y participar en las políticas de las administraciones estatales, europeas y de las diferentes comunidades. Debemos formar parte de los órganos de decisiones de este país.
Tenemos mucho camino por recorrer en el ámbito de la incidencia política y social. Ahora más que nunca se hace necesario el desarrollo de la Ley del Tercer Sector de Acción Social. Es básico que las entidades seamos reconocidas como entidades colaboradoras de la administración o disponer del Programa de Fomento e Impulso que prevé la ley.
Estamos en un momento en el que son necesarias acciones para el impulso y el fomento de las organizaciones del tercer sector y es fundamental que juguemos bien nuestras cartas. La continuidad del sector dependerá en gran medida de que tengamos el reconocimiento por parte de las diferentes administraciones y de la sociedad en general así como una financiación adecuada.
2. Mantener los puestos de trabajo y formar a los equipos
A raíz de la pandemia, mantener los puestos de trabajo de las organizaciones se ha convertido en otro gran reto del sector y una prioridad para la viabilidad de nuestras organizaciones. Desde Gestión Tercer Sector, hemos tramitado de forma gratuita más de 80 ERTE de entidades no lucrativas desde el mes de marzo, una cifra que representa casi la mitad de las entidades a las que ofrecemos servicios de gestión laboral. Este elevado porcentaje podría situar el tercer sector en una situación incluso peor que el de las pymes. Y sin embargo, de la situación de las entidades del tercer sector, no se habla.
Es un reto cuidar los equipos desde una vertiente emocional (sobre todo para los que se dedican a la atención directa) y apostar por la formación del personal. Primero, para garantizar que todo el mundo sepa utilizar las herramientas imprescindibles para teletrabajar (programas informáticos y de gestión, apps para registrar las jornadas laborales a distancia, herramientas para hacer videoconferencias…).
Segundo, para garantizar la seguridad de los datos y de la continuidad de nuestras actividades en un momento en que muchas personas utilizan equipos y medios personales para trabajar.
Tercero, para mejorar la gestión y comunicación de los equipos a distancia. Hay que trabajar de manera más descentralizada y por objetivos, como se ha hecho durante estos últimos meses, para actuar más rápido y eficientemente ante urgencias. También hay que repensar cómo gestionamos las cargas de trabajo, la conciliación y la generación de confianza entre entidad y el personal contratado y también el voluntariado.
3. Buscar nuevas vías de financiación y garantizar la viabilidad económica de los proyectos
Muchas entidades han tenido que reestructurar el conjunto de gastos e ingresos de la organización para garantizar la viabilidad económica a fin de mes. Esto nos está obligando a ser más eficientes, a intentar cumplir nuestra misión con menos recursos, y a redefinir la forma en que hemos venido prestando nuestros servicios hasta ahora.
El reto a corto plazo es mejorar la liquidez y a medio plazo, garantizar su viabilidad económica. Por problemas de tesorería, hay entidades que se han visto obligadas a pedir líneas de crédito y a acogerse al aplazamiento de pagos de impuestos y de la cuota de la seguridad social. Desde hace meses que pagar las nóminas a final está siendo un reto importante para muchas entidades. Y a ello se añaden las dificultades para cobrar cantidades pendientes con las administraciones y los contratos que se han anulado debido a la crisis.
Además, los ingresos provenientes de las donaciones están disminuyendo porque muchas personas y empresas donantes están también en una situación precaria. Costará un tiempo que esta tendencia cambie y por tanto, las entidades tendremos que buscar nuevas vías de financiación. Una manera de conseguir ingresos quizás a partir de las nuevas necesidades detectadas, o generando nuevos servicios o nuevas formas de prestarlos. Los fondos europeos también deberían tener un impacto importante en el sector.
Habrá que ver si es una tendencia o solo una situación puntual, pero estos últimos meses de 2020 nos estamos encontrando muchas entidades que se están dirigiendo a Gestión Tercer Sector para que las ayudemos a disolverse. Es necesario que las entidades pequeñas reciban más ayudas y recursos, si no queremos que en un futuro solo sobrevivan las organizaciones grandes.
4. Impulsar la transformación digital de nuestras organizaciones
Debemos superar la brecha digital que separa las entidades grandes y las pequeñas y ayudar a minimizar esta brecha digital a la población con menos recursos. La pandemia nos ha obligado a hacer cambios tecnológicos para trabajar de forma remota. La comunicación entre equipos también debe cambiar y aunque ya estemos aprendiendo (utilizamos herramientas de videoconferencia o de seguimiento de tareas y proyectos), tenemos muchos retos por delante. Hay entidades que aún tienen toda la documentación en papel y que durante el confinamiento no pudieron hacer la contabilidad porque no tenían la información en el ordenador o no pueden hacer según qué trámites porque no tienen todavía un certificado digital o lo tienen pero no lo saben utilizar.
La situación de pandemia nos ha servido a las entidades para darnos cuenta de la necesidad de hacer cambios en temas digitales y en la forma de trabajar. Muchas de las entidades con las que colaboramos ya utilizan, por ejemplo, nuestros escritorios virtuales para trabajar desde la nube de forma remota. También estamos cambiando las herramientas que utilizamos para la captación de fondos. En definitiva, más allá del uso de herramientas concretas, como sector estamos obligados a adaptarnos a este nuevo paradigma para mejorar nuestra gestión.
Para más información sobre los servicios de asesoramiento y acompañamiento o los programas informáticos de gestión que ofrecemos desde Gestión Tercer Sector, no dudéis en contactarnos.
5. Mejorar la comunicación y la gestión de los datos
Durante la pandemia se ha demostrado que la comunicación digital ha sido clave para las entidades. Explicar nuestra misión y nuestros proyectos es crucial para todo tipo de organización del tercer sector. Solo de esta forma se puede llegar al público y conectar con él. Es importante, por lo tanto, que las entidades dediquen esfuerzos a planificar y ejecutar estrategias de comunicación. Se trata de una inversión esencial, ya que sin comunicación el trabajo de la entidad, aunque sea potente, queda diluido.
Es imprescindible actualizar las redes sociales de las organizaciones, crear contenido para la web de interés al público objetivo y diseñar y enviar boletines o mailings para nuestros subscriptores. Ahora más que nunca, con el auge del teletrabajo, es necesario potenciar las vías de comunicación online.
Ligado a la comunicación, la gestión de los datos es otro trabajo imprescindible para las organizaciones. Muchas no disponen de datos sobre sus socios y socias potenciales, y es necesario tener información sobre ellos/es, como también de otras entidades vinculadas al mismo sector o empresas con las cuales poder crear sinergias. La actualización y gestión de las bases de datos agiliza el trabajo y permite que las comunicaciones sean más eficientes.
También es un reto para muchas organizaciones garantizar la seguridad de los datos y cumplir con la normativa de protección de datos.